lunes, 22 de julio de 2013

Las palabras y el subconsciente. Las creencias.


Hay tantas y tantas formas de expresar una misma experiencia, o idea, que dejamos a nuestro subconsciente que elija las palabras, la estructura y la carga emocional para que podamos acabar una frase o dos en un tiempo normal.  

Si tuviéramos que pensar qué palabras decir y cómo ordenar estas palabras en cada frase que queremos comunicar, entonces tardaríamos demasiado tiempo.

Así, aunque algunas veces pensamos qué y cómo se lo vamos a decir a alguien, la inmensa mayoría de las conversaciones con los demás, y sobre TODO, con nosotros mismos son de manera subconsciente.

Este hecho, implica otros hechos que, muchas veces, significan un obstáculo en nuestro desarrollo personal, o en nuestro libre potencial de sentirnos felices, plenos con nosotros mismos y con lo que nos rodea.

Es por todo ello que el optimismo, el positivismo elegido consciente o subconscientemente, aporta a quien lo practica un beneficioso acercamiento a este sentimiento prolongado de felicidad. Una vida feliz es la suma de muchos días felices.

No hace falta ser especialista, ni psicólogo ni aprender teorías revolucionarias.
Es tan sencillo como elegir una opción de entre un puñado de opciones.

¿Cómo saber cuál es la mejor opción?
No siempre podemos conocer la mejor opción. Cada opción tiene unas pequeñas implicaciones. Es la suma de muchas de nuestras decisiones pasadas la que determina nuestro presente, nuestro estado de ánimo presente.

Es como si una vez al día decidimos ser antipáticos con una persona cualquiera, y el resto de veces decidimos ser simpáticos con todos nuestros conocidos.
Lo importante es la suma de la mayoría de decisiones que tomamos.
Lo que hacemos es lo que somos. Y si somos simpáticos es porque la mayoría de la veces lo hemos sido, aunque alguna vez no.

¿Cómo aplicar a tiempo la opción más beneficiosa?
Cuanto tiempo tardarías en aplicar el ejemplo anterior. Es decir, si eres una persona muy simpática lo difícil para ti será ser antipática una vez al día. O por el contrario, si eres una persona antipática, lo difícil será ser simpática la mayoría de las veces. 


 Aplicarlo al optimismo es exactamente igual.
Lo difícil es ser consciente antes de actuar. Las primeras veces, seremos conscientes después de haber actuado. Nos acordaremos después de haberlo hecho, pero en pocos días, seremos conscientes ANTES de actuar, y así, actuaremos tal y como hemos deseado. 
Así se programa el subconsciente, con HECHOS. Si hacemos 100 veces algo, se programa, nos reprogramamos. Es simple, algo tedioso, pero muy efectivo.

Las palabras son la forma más utilizada de describir situaciones presentes, por ejemplo cuando me digo a mi mismo: 
"¿Qué ha pasado cuando he ido a hablar con esta chica? Y me respondo: "Pues que he ido y no me ha hecho mucho caso." Estas palabras y su carga emocional se guardarán en nuestra memoria.
Alguien podría haberse respondido: “Pues que he ido, y como siempre, no me ha hecho nada de caso. No sé para qué voy, si siempre me ignoran. Soy un inútil.”
U otra persona responderse: “He ido con la seguridad de que me haga o no me haga caso, mi intención es pasar un momento agradable con estas personas.” Experiencia de la cuál muchas veces podemos extraer buenos momentos o aprender algo útil, o compartir algo nuestro.
Cuando recordamos o hablamos de algo ocurrido, utilizamos una herramienta para visualizar esta experiencia (la imaginación) y otra herramienta para explicar esta visualización, el lenguaje.

Las palabras son hechos para el subconsciente.
Por ello, las palabras programan a nuestro subconsciente. Si alguien te dice:
­    “No te quiero. “ o
­    “Es mentira lo que te dije.” o
­    “Te quiero mucho.”

Esos ejemplos son hechos para nuestro cerebro, y reacciona ante esas pocas palabras como si nos pegasen una bofetada, o como si nos diesen un beso apasionado.

Dicho de otra forma, la elección de determinadas palabras, es la manera de almacenar la interpretación de esa experiencia, y el subconsciente así lo guarda para el futuro.
Al mismo tiempo que el lenguaje es la forma de expresar un recuerdo.
Por ejemplo:
 "Qué tonto/a, no sabes hacer un sudoku."
 "Eres un/a inútil, no vales para nada."
 "No te enteras, eh! Pareces tonto/a."
 "No llores, eso no es de hombres."
 "Para qué voy a ir, no me van a hacer caso."
 "He fracasado, no valgo para nada."
 “No voy a ser capaz, casi nunca lo he sido...”
 “No le voy a pedir salir a esta persona, siempre me han dicho que no.”

– LAS CREENCIAS –

Cuando dices 100 veces: "No valgo para nada" tu cerebro reacciona con una emoción negativa cien veces, y tu subconsciente guarda esta carga emocional en las conexiones entre tus neuronas, convirtiéndolo en un recuerdo y en una respuesta automática para futuras experiencias similares, gracias a la plasticidad del cerebro.
Siendo exagerado, a las 101 veces lo conviertes en una creencia. En algo que das por sentado y a lo que reaccionas subconscientemente. 
Y así, con el 90% de decisiones que hemos tomado un día cualquiera. Son respuestas automáticas antes programadas, sin saber que cuando programábamos aquello lo estábamos programando bien para ese contexto, pero algunas veces será incompatible para contextos futuros.
Por ejemplo, cuando programabas ser una persona perezosa en tu niñez o adolescencia no sabías que sería incompatible con ser una persona productiva en tu vida adulta. Al final, sanamente nos vamos reprogramando muchas creencias, otras no. 
Las creencias influyen en la forma comunicarnos con los demás y con nosotros mismos. Nuestra forma de hablar y gesticular indica nuestro estado de ánimo, porque viene del subconsciente, y el subconsciente determina nuestra personalidad. 

– IDENTIFICAR CREENCIAS –

Para saber qué es lo que somos, hemos de analizar lo que hacemos.

Un ejemplo,
¿Por qué empleo yo energía en escribir este texto?
¿Por qué empleas energía en leer este texto? ¿Por qué crees que hay que leer? ¿Por qué crees que hay que leer sobre psicología, o sobre la actualidad, o por qué crees que debes leer las noticias, o ¿por qué crees que no debes ver las noticias de la televisión?

No podemos conocer todo nuestro subconsciente, porque no podemos reproducir todas las respuestas automáticas guardadas en él, de cada experiencia vivida.
Sí podemos recordar cómo hemos reaccionado ante una situación cualquiera.
O cómo reaccionamos ante el mismo problema, que nunca logramos resolver.

Antes de identificar creencias, hemos de saber definir una creencia.

¿Qué es una creencia?
Una creencia, un programa del subconsciente, una respuesta automática, tiene determinadas características:
­   Es un impulso, una reacción para hacer algo. No sólo un pensamiento.
La función del subconsciente es REACCIONAR, no es pensar.

­   Una creencia no es un instinto. Aunque se parecen, no podemos reprogramar los instintos, sí las creencias.

­   Nuestra personalidad está basada en creencias duraderas en el tiempo. Es decir, las creencias programadas son las responsables de nuestra personalidad, de nuestras reacciones. No obstante, podemos ser impredecibles ante determinadas y pocas situaciones, estaremos libres de creencias.

­   Las creencias sobre una misma situación pueden cambiar en el tiempo.  Esto suele ocurrir de manera natural al aprender nuevas cosas sobre esa experiencia, por ejemplo, cuando aprendemos cosas sobre el amor, sobre la amistad o la política, lo normal es que las respuestas automáticas vayan cambiando.

Ejemplos de creencias:

¿Por qué crees que debes dejar de fumar? o ¿Por qué crees de no debes fumar?
¿Por qué crees que es mejor ser persona una persona tolerante? o ¿Por qué crees que debes ser poco tolerante, que debes imponer tu forma de hacer las cosas?
¿Por qué crees que debes ser responsable? o por el contrario, ¿por qué crees que es mejor actuar para satisfacer tu ego, que para fomentar el compromiso?
¿Por qué crees que existe algún dios? ¿Por qué crees que no existe ningún dios?

Hay tantas creencias como aspectos de la personalidad, desde el uso de la mentira al deporte, o desde ser tacaño a hasta al altruismo. Nuestra personalidad refleja nuestras creencias, y podemos cambiar nuestra personalidad con solo ser conscientes de las creencias que nos llevan a actuar así.

Desde niños, nos hemos ido programando.
Además, a lo largo del tiempo, también nos hemos ido programando sin borrar antiguas creencias, y cuya duplicidad nos crea respuestas incoherentes, contrarias. Como si tuviésemos dos personalidades, dos formas de actuar; tenemos dos creencias distintas sobre un mismo hecho.

La facultad de identificar creencias y cambiarlas es una herramienta que no sólo permite hacernos más felices, sino que permite dirigir nuestro presente a cualquier casi destino, incluyendo una vida dedicada a nuestra vocación.






BIBLIOGRAFÍA:
  • PNL para todos: el modelo de la excelencia - Jazmín Sambrano
  • El psíquico práctico - John Frienlander y Cynthia Pearson


No hay comentarios:

Publicar un comentario